Empapada de café
La hora de almuerzo se
acercaba; y nosotros continuábamos escuchando la clase de redacción periodística.
Parece que después de una agitada semana de aniversario, el cansancio se
manifestaba en mí; solo esperaba sean las 13 horas para rápidamente coger mi
cuaderno, salir así del aula 212 y finalmente reposar en la comodidad de mi
cuarto. Pero no imaginaba que faltando menos de 20 minutos para que se acabase
la clase, la última instrucción del día se haría presente.
Volví a sacar el lapicero
que ya había guardado, y con una hoja de papel que por ahí me prestaron, me disponía
a ver con atención el video que se proyectaría; aunque más que disposición, era
un obligación; pero de cualquier manera, habría que describir el video a
reproducir.
La misma frondosa barba que
se extiende de oreja a oreja, pasando alrededor de esos labios que de rato en
rato, piden una lluvia de café en el campo. Sobre su cabello negro, un pequeño
sombrerito que no quiere más que cubrirse del aguacero por venir, todo indica
que es él; y si hay alguna duda, basta con ver su infaltable saco negro, que
deja entrever en el pecho un polo color blanco, al mismo estilo que el ying
yang así es él, irreverente y versátil, pausado y apasionado, una perfecta combinación
de su personalidad.
Por un instante agarra el
micrófono; pero solo por un instante, no canta, aún no; en cambio mira al
público mientras que sus brazos rodean a su cómplice, la guitarra, solo con
esta la expresión de su rostro cambia, una breve sonrisa se hace notar, solo
entonces empieza a cantar.
“Ojalá que llueva café en el
campo, que caiga un aguacero de yuca y té del cielo, una jarina de queso blanco
y al sur…”, al sur del escenario, el público mira, observa atento. “ojalá que
llueva café y al sur una montaña de barro y miel”. Las palmas se unen unas con
otras y empiezan a sonar, detrás en la pantalla, un niño extiende sus manos,
las abre hacia el cielo sintiendo en ellas el café que ya empezó a caer.
“ojalá que llueva café, y
continuar el arado con tu querer, pa que todos los niños canten en el campo…ojalá
que llueva, ojalá que llueva”, escucho una y otra vez, me pierdo entre la
música y la emoción de ver a la estrella dominicana en un perfecto ángulo de
360 grados. Finalmente un último plano close up, seguido de un plano entero,
muestran al cantante en todo su esplendor. Así como inició, del mismo modo
terminó; con una mano en la guitarra, y un brazo arriba, en señal de triunfo; agradeció
a los asistente inclinándose en un acto de gratitud, entonces se escuchó
abiertamente, un “Gracias Chile” ; pero el agradecimiento es mío, entonces muy
dentro de mi yo le digo “gracias Juan Luis Guerra”.
Marisol, me ha gustado , me ha encantado, me he emocionado, etc.......
ResponderEliminarAtentamente
Nick!